Publicado por : Curro
El artículo de hoy está escrito por nuestra invitada Almudena Trinidad, otorrino en un hospital madrileño. Gracias por enviarnos el artículo :)
Son muy populares las anécdotas sobre cuerpos extraños extraídos del recto y de la vagina y son motivo de diversión en las clases de cirugía digestiva. Sin embargo, no son tan divertidos los cuerpos extraños que se quedan atrapados en el resto de orificios de la anatomía humana, es decir, los que están en la cara. Este es el reino de los otorrinolaringológos.
Son muy populares las anécdotas sobre cuerpos extraños extraídos del recto y de la vagina y son motivo de diversión en las clases de cirugía digestiva. Sin embargo, no son tan divertidos los cuerpos extraños que se quedan atrapados en el resto de orificios de la anatomía humana, es decir, los que están en la cara. Este es el reino de los otorrinolaringológos.
La nariz y el oído
En los conductos de los oídos y dentro de la nariz suelen meterse cosillas los niños muy pequeños: pendientes de juguete, bolitas de plástico o piedrecitas del patio de recreo. Algunos, más sofisticados, se introducen trocitos de papel. Cuando los cuerpos extraños son de tipo vegetal es más común que se inflame la zona y empiece a despedir un olor desagradable, que es cuando sus padres se dan cuenta de que algo no va bien. En casa es mejor no intentar meter pinzas porque estos conductos son muy estrechos y lo único que conseguimos es meter el cuerpo extraño más hacia dentro o causar una hemorragia. En el caso de la nariz lo mejor es tapar el otro orificio y pedirle al niño que sople fuerte. Si así no sale, es conveniente ir a Urgencias.
Los adultos no suelen meterse cosas en oídos y nariz, aunque siempre está el típico insecto despistado que se cuela en el oído por accidente (polillas, cucarachas...). Cuando se trata de esto último el animal se mueve y provoca mucho ruido dentro del oído. También causa dolor porque la piel en esta zona es muy sensible. Lo primero que hace el otorrino entonces es echar unas gotas de anestésico local para que el insecto muera, y entonces retirarlo con unas pinzas especiales.
Las cosas de comer
A pesar de lo anterior, lo que de verdad me asombra desde que comencé la especialidad son las cosas que la gente es capaz de tragarse. Yo, que mastico hasta la sopa, no entiendo cómo pueden venir adultos con sus facultades bien conservadas que se han tragado huesos de cabeza de pescado mientras comían una sopa de ídem, o un muslo de conejo entero con sus huesecillos, sus cartílagos y algún pedacito de carne aún colgando... Esto ocurre por comer deprisa y por tanto masticar poco la comida. Es más razonable en ancianos con dentadura postiza y/o demencia, porque no tienen una sensibilidad adecuada. Pero la mayor parte de los casos, en mi experiencia, ocurre en adultos en plenas facultades.
¿Qué hacer en estos casos? Pues lo más adecuado es prevenir, y aquí viene a cuento lo que una vez recomendaba la cantante Madonna en una entrevista: masticar 40 veces cada bocado. Si no os parece suficiente autoridad, también lo recomiendan los budistas y cualquier médico que haya tenido que meterse a sacar unos cuantos huesos o espinas en sus guardias (bueno, me conformo con que mastiquéis 10 veces) .
¿Y si no hemos prevenido? Generalmente no sirve de mucho atiborrarse a miga de pan en casa para que desaparezca el pinchazo. Normalmente pedimos al paciente que se señale con el dedo dónde le duele y empezar a examinar la garganta con una luz potente y mucha paciencia. Lo más frecuente son espinas de pescado y suelen clavarse en las amígdalas, en cuyo caso podrá extraerse en cualquier centro médico. Otras veces se clavan algo más abajo y ya hay que usar espejitos o cámaras especiales de otorrino. Aquí la paciencia es esencial hasta que se logra descubrir y sacar la espinita o el trozo de hueso.
Si el cuerpo extraño ha pasado al esófago (se nota en la zona detrás del esternón), es posible que tenga que sacarlo el especialista en aparato digestivo con un tubo flexible (y habitualmente sin anestesia), o el otorrino en quirófano, con un tubo rígido y anestesia general. Es raro que la cosa se líe y se produzcan perforaciones o infecciones, pero casi nadie se libra de pasar una nochecita en el hospital y castigado sin comer 24-48 horas.
De modo que ya sabéis: usad vuestros conductos con sabiduría y prudencia, masticad y saboread bien la comida, y así no tendréis que visitar al otorrino a horas intempestivas. Bon apetit!
Almudena Trinidad es especialista en otorrinolaringología y trabaja en un hospital madrileño. Escribe de todo un poco en su Twitter @atrinid y ofrece resúmenes variados y exámenes test en su blog aprendeotorrino.com, orientado a estudiantes de la asignatura de otorrinolaringología.