Publicado por : Francisco PJ
El garrotillo (El Lazarillo de Tormes)
(Francisco de Goya, anterior a 1812)Oleo sobre lienzo. 0,80 x 0,65 m.;Colección Araoz (viuda de Marañón), Madrid (España)
Gregorio Marañón, propietario de este cuadro, creyó ver en él la representación de las prácticas de medicina popular empleadas para intentar la curación del "garrotillo" o difteria. La desesperación que debía provocar contemplar la lenta asfixia de los niños por las membranas diftéricas en la garganta (una especie de lento "garrote", o compresión mortal del cuello), debió llevar a muchos a intentar retirar con los dedos dichas membranas de las vías respiratorias de los enfermos.
Sin embargo, datos de catalogación han identificado este cuadro como El Lazarillo de Tormes, que figuraba con el nº 25 en el inventario de los bienes de Goya de 1812.
"El Garrotillo", en cualquier caso, sea o no una interpretación equivocada, nos pone en contacto con algunos hechos que eran cotidianos hasta hace bien poco: la existencia de enfermedades infecto-contagiosas que, afortunadamente, no hemos llegado a conocer; la falta de remedios eficaces y la consiguiente desesperación de allegados y enfermos, pues la evolución quedaba fiada al destino ("está en las manos de Dios, y sólo podemos rezar y esperar"); el único recurso a remedios o curas populares, desesperados en este caso, que creíamos desaparecidos hasta verlos resurgir bajo múltiples apariencias, que nos hablan de la necesidad de componentes no "científicos", o abiertamente mágicos, en el proceso de curación.
(Francisco de Goya, anterior a 1812)Oleo sobre lienzo. 0,80 x 0,65 m.;Colección Araoz (viuda de Marañón), Madrid (España)
Gregorio Marañón, propietario de este cuadro, creyó ver en él la representación de las prácticas de medicina popular empleadas para intentar la curación del "garrotillo" o difteria. La desesperación que debía provocar contemplar la lenta asfixia de los niños por las membranas diftéricas en la garganta (una especie de lento "garrote", o compresión mortal del cuello), debió llevar a muchos a intentar retirar con los dedos dichas membranas de las vías respiratorias de los enfermos.
Sin embargo, datos de catalogación han identificado este cuadro como El Lazarillo de Tormes, que figuraba con el nº 25 en el inventario de los bienes de Goya de 1812.
"El Garrotillo", en cualquier caso, sea o no una interpretación equivocada, nos pone en contacto con algunos hechos que eran cotidianos hasta hace bien poco: la existencia de enfermedades infecto-contagiosas que, afortunadamente, no hemos llegado a conocer; la falta de remedios eficaces y la consiguiente desesperación de allegados y enfermos, pues la evolución quedaba fiada al destino ("está en las manos de Dios, y sólo podemos rezar y esperar"); el único recurso a remedios o curas populares, desesperados en este caso, que creíamos desaparecidos hasta verlos resurgir bajo múltiples apariencias, que nos hablan de la necesidad de componentes no "científicos", o abiertamente mágicos, en el proceso de curación.
¿De qué mal morira? (Goya, 1799)
Aguafuerte y aguatinta (21'5 x 15 cm).Serie de Los Caprichos: 40.Biblioteca Nacional. Madrid. España.
Un médico, en forma de asno y vestido a la moda de la época, toma el pulso a un paciente que parece estar en grave estado. La pregunta del título parece contestarse sola. El médico asnal se convertirá en "matasanos", siguiendo la tradición satírica de los dos siglos anteriores de Quevedo o Molière.
Estas son algunas de las interpretaciones de este dibujo de contemporáneos de Goya:
-Prado: "El médico es excelente, meditabundo, reflexivo, pausado, serio, ¿Qué más hay que pedir?"-Ayala: "¡Qué han de hacer, sino matar enfermos, los médicos bárbaros e ignorantes!. Sin embargo, ellos afectan mucha seriedad y meditación a la cabecera"-Douce: "Médicos ignorantes que toman el pulso a un muerto"
Aguafuerte y aguatinta (21'5 x 15 cm).Serie de Los Caprichos: 40.Biblioteca Nacional. Madrid. España.
Un médico, en forma de asno y vestido a la moda de la época, toma el pulso a un paciente que parece estar en grave estado. La pregunta del título parece contestarse sola. El médico asnal se convertirá en "matasanos", siguiendo la tradición satírica de los dos siglos anteriores de Quevedo o Molière.
Estas son algunas de las interpretaciones de este dibujo de contemporáneos de Goya:
-Prado: "El médico es excelente, meditabundo, reflexivo, pausado, serio, ¿Qué más hay que pedir?"-Ayala: "¡Qué han de hacer, sino matar enfermos, los médicos bárbaros e ignorantes!. Sin embargo, ellos afectan mucha seriedad y meditación a la cabecera"-Douce: "Médicos ignorantes que toman el pulso a un muerto"
Goya atendido por Arrieta (Goya, 1820)
Óleo sobre lienzo (117 x 79 cm);Minneapolis Institute of Arts. Minneapolis. USA.
En la parte inferior del cuadro figura esta inscripción, probablemente autógrafa, con la particular ortografía de la época: "Goya agradecido, á su amigo Arrieta: por el acierto y esmero con qe le salvo la vida en su aguda y / peligrosa enfermedad, padecida á fines del año 1819, a los setenta y tres años de su edad. Lo pinto en 1820". La pintura "es un autorretrato del artista moribundo al que sostiene su médico y participa de las visiones de pesadilla de sus Pinturas Negras (las figuras del fondo, aunque pueden ser amigos o sirvientes del pintor, pudieran representar demonios o Parcas que esperan su muerte). A la vez ex voto y muestra de agradecimiento a su médico, anuncia el respeto y exaltación de la ciencia que serán propios de finales del s-XIX, abandonando la sátira y la crítica burda dieciochesca de los médicos (matasanos, aliados de las Parcas)" que él mismo cultivara en alguno de sus Caprichos o de sus Sueños.
"Goya presenta aquí a su médico, no sólo como su salvador que le hace beber la medicina, sino como el amigo que le abraza y le conforta ante la presencia de la muerte. Goya, se imagina certeramente su sobrecogedora imagen en la agonía: la palidez del rostro, la mirada perdida, la boca entreabierta por la falta de aire o las manos que se aferran a los pliegues de la sábana nos transmiten su vivencia de la falta de la plena consciencia y del camino a la agonía". (Manuela B. Mena Marqués. Catálogo de la exposición Goya y el espíritu de la Ilustración. Madrid, 1988).
Óleo sobre lienzo (117 x 79 cm);Minneapolis Institute of Arts. Minneapolis. USA.
En la parte inferior del cuadro figura esta inscripción, probablemente autógrafa, con la particular ortografía de la época: "Goya agradecido, á su amigo Arrieta: por el acierto y esmero con qe le salvo la vida en su aguda y / peligrosa enfermedad, padecida á fines del año 1819, a los setenta y tres años de su edad. Lo pinto en 1820". La pintura "es un autorretrato del artista moribundo al que sostiene su médico y participa de las visiones de pesadilla de sus Pinturas Negras (las figuras del fondo, aunque pueden ser amigos o sirvientes del pintor, pudieran representar demonios o Parcas que esperan su muerte). A la vez ex voto y muestra de agradecimiento a su médico, anuncia el respeto y exaltación de la ciencia que serán propios de finales del s-XIX, abandonando la sátira y la crítica burda dieciochesca de los médicos (matasanos, aliados de las Parcas)" que él mismo cultivara en alguno de sus Caprichos o de sus Sueños.
"Goya presenta aquí a su médico, no sólo como su salvador que le hace beber la medicina, sino como el amigo que le abraza y le conforta ante la presencia de la muerte. Goya, se imagina certeramente su sobrecogedora imagen en la agonía: la palidez del rostro, la mirada perdida, la boca entreabierta por la falta de aire o las manos que se aferran a los pliegues de la sábana nos transmiten su vivencia de la falta de la plena consciencia y del camino a la agonía". (Manuela B. Mena Marqués. Catálogo de la exposición Goya y el espíritu de la Ilustración. Madrid, 1988).
Anatomía del Corazón ("Y tenía corazón")
Óleo sobre lienzo; Museo de Bellas Artes.
Málaga. España.
Enrique Simonet (1863-1927)
El puritanismo de la época permitió representar el desnudo de una bella joven dándole un sentido moral muy del gusto de la época. Muerta prematuramente, posiblemente a consecuencia de los "excesos de una mala vida" (mejor sería pensar que por hambre y tuberculosis), el médico que realiza la autopsia parece sorprenderse de que esta mujer "de la calle" tuviese corazón. En un juego de varias lecturas, el pintor incluso podría querer explicar al público burgués de los salones que, incluso en las personas de los estratos más bajos de la sociedad puede encontrarse un buen corazón.