Publicado por : Francisco PJ
Hace poco tiempo, un niño de 10 años, muy conocido en el norte de Pakistán como artista callejero, llamó la atención a un grupo de médicos. Caminaba sobre fuego y se atravesaba los miembros con agujas. Por esto, su familia y otras dos más, todas ellas relacionadas entre sí, fueron estudiadas. Seis de sus integrantes habían sufrido cortes, lesiones, mordeduras en la lengua y fracturas de huesos sin haberse percatado de las mismas. El examen clínico no evidenció ninguna alteración orgánica ni mental. Percibían otras modalidades sensoriales pero no dolor, los reflejos eran normales. Eran capaces de sentirse mal o llorar al estar enfermos o por maltrato. No tenían signos de neuropatía sensitiva o motora (velocidad de conducción, estudios histológicos) y por esto se los clasificó como indiferentes aldolor para distinguirlos de los insensibles por lesiones en los nervios periféricos. Este estudio se publicó en un reciente número de Nature.
La analgesia congénita o insensibilidad congénita al dolor es un padecimiento hereditario muy poco frecuente de carácter autosómico recesivo o dominante. Los portadores sufren complicaciones ortopédicas como fracturas, luxaciones, escoliosis y osteomielitis, mutilaciones y amputaciones. Desde la descripción de la enfermedad por Dearborn4 en 1932 hasta el 2001 se habían comunicado cerca de 40 casos.
En las tres familias paquistaníes se demostró que la causa de esta analgesia congénita se debe a mutaciones en el gen SCN9A, ubicado en el cromosoma 2 y que codifica la subunidad alfa de un canal de sodio. El canal se denomina Nav1.7 y está presente tanto en las neuronas del sistema nervioso central como del periférico, pero en particular en las células nociceptivas de pequeño diámetro del ganglio dorsal (y suponemos también que en el ganglio de Gasser del trigémino). Es una proteína de membrana compuesta por una subunidad alfa principal, que forma el poro y otra o más subunidades auxiliares beta, es bloqueado por la tetrodotoxina como otros canales de Na y activado por cambios en el potencial eléctrico celular. El influjo de iones Na por su poro al activarse el canal es esencial para que las neuronas generen el potencial de acción propagado cada vez que sus terminales nerviosas reciben un estímulo nociceptivo.
Las familias estudiadas tenían tres tipos de mutaciones en la subunidad alfa del Nav1.7, dos de ellas sustituciones de un aminoácido por otro y la falta de uno de ellos en la restante. Ninguna de estas mutaciones fue hallada en 300 sujetos controles no relacionados con estas familias. ¿Serían funcionales estos canales? Para esto los investigadores expresaron canales Nav1.7 normales y mutados en células de riñón embrionario, muy utilizadas para las mediciones electrofisiológicas. Las células con los canales normales respondieron ante los pulsos aplicados con todas las características de los canales de Na voltaje dependiente. En cambio no se obtuvo respuesta en las células con los canales mutados.
La conclusión es directa, las neuronas con el canal mutado no podrían transmitir las señales dolorosas hacia los centros nerviosos centrales. De este modo la analgesia congénita se suma a las canalopatías, enfermedades adquiridas o congénitas debidas a un aumento o disminución en la función de los canales iónicos.
¿Qué pasó con el chico que trabajaba en las calles y que llamó la atención a los médicos paquistaníes? Murió a los cuatro años de comenzado el estudio. Saltó desde el techo de una casa hacia la calle, no sabemos si fue un acto más de su espectáculo o porque no quiso seguir viviendo en esas condiciones. En todo caso no habrá sentido dolor al escapársele la vida.
Fuente: Cox JJ, Reimann F, Nicholas AK, et al. An SCN9A channelopathy causes congenital inability to experience pain. Nature 2006; 444: 894-8.